Subió al minibús, al primero que vio sin importarle a donde la llevara. Abrió su cartera y buscó con desesperación. El espejo no estaba. Rascó hasta los últimos resquicios de tela, pero el maldito no estaba. Se puso a llorar, a derramar lágrimas violeta y pestañas negras sobre sus manos; entre sus dedos ateridos y sus uñas coloradas y bien limadas chorreaban las gordas gotas saladas. No podía verse los ojos, el espejo se había llevado su reflejo, su imagen, el contorno de sus labios sin carmín. Y lloraba en silencio, acurrucada entre sus manos. La miraban con compasión, con curiosidad, con malicia… la miraban. Y lloraba sin saber realmente la razón exacta…. ¿Era por el espejo? ¿Era el mal sabor de la noche pasada? ¿El dolor del desengaño? ¿La tristeza de un destino adivinado? Iba abandonada y sin espejo, el maldito se había llevado su reflejo.
Cuando luchamos para que las pequeñas y las grandes tristezas que nos acechan no se conviertan en un presente constante que nos nubla la mirada y nos achica el corazón, recurrimos usualmente a las lágrimas que no son otra cosa que tristezas en estado líquido que se expulsan por lo ojos. En otros casos nos construimos en el alma un cuartito secreto repleto de tristezas y al que acudimos a veces voluntariamente para sentirnos un poco solos y un poco vivos, porque las tristezas son manojos de sentimientos que en cierto momento nos permitieron hacernos un poco más humanos, un poco más sensibles y un poco más miedosos. Una tristeza no nos hace valientes, una tristeza nos insinúa con diplomacia lo débiles que podemos llegar a ser, lo vulnerable que se presenta nuestro corazón ante un hecho doloroso e irremediable como la muerte, lo implacable que es la realidad y lo desastrosos que pueden verse sus encantos cuando no llevamos puestos los cristales de la mentira. Cuando pienso en mis...
Supongo o entiendo que era tal su desesperación que el no encontrar el espejo fue la gota que colmó el vaso y se sentía perdida sin él.
ResponderBorrarBesos
Querida María:
ResponderBorrarSí, es una forma de entenderlo.
Gracias por visitarme.
Un abrazo,
Ana Rosa