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Mostrando las entradas de junio, 2011

Ausencia

La luz de la mañana se acerca Me despierta la certeza de tu ausencia la pálida soledad de mi sábana vacía Abro los ojos sin remedio cierro las persianas del alma Y la luciérnaga viviente invade se esparce en cada esquina penetra mi oscuridad declarada has vuelto a coparme el pensamiento sigues allí donde sé que no estás

El espejo

Subió al minibús, al primero que vio sin importarle a donde la llevara. Abrió su cartera   y buscó con desesperación. El espejo no estaba. Rascó hasta los últimos resquicios de tela, pero el maldito no estaba. Se puso a llorar, a derramar lágrimas violeta y pestañas negras sobre sus manos; entre sus dedos ateridos y sus uñas coloradas y bien limadas chorreaban las gordas gotas saladas. No podía verse los ojos, el espejo se había llevado su reflejo, su imagen, el contorno de sus labios sin carmín. Y lloraba en silencio, acurrucada entre sus manos. La miraban con compasión, con curiosidad, con malicia… la miraban. Y lloraba sin saber realmente la razón exacta…. ¿Era por el espejo? ¿Era el mal sabor de la noche pasada? ¿El dolor del desengaño? ¿La tristeza de un destino adivinado? Iba abandonada y sin espejo, el maldito se había llevado su reflejo.

Garmián

Su cabecita pequeña asomó dentro de mi calcetín, el olor lo aturdió un poco, pero su curiosidad podía más. Dando saltitos trepó hasta la desordenada llanura de mi lecho, sobre el cubrecama que bordó mi abuela. Se paseó con calma sobre las flores de mechilla, se tropezó con los estambres amarillos y cayó redondo sobre los pétalos de jacinto. Utilizó mis medias de seda como lianas y se deslizó por ellas hasta tocar de nuevo el piso de madera. Ya debajo de mi cama se topó con mis llaves, hacía tanto que yo las estaba buscando… ¡las malditas llaves! Levantó una con mucho esfuerzo, era pesada y casi de su tamaño. La dejó caer aparatosamente sobre las tablas del suelo y frustsrado se fue alejando de aquel insulso pedazo de metal; se encontró mis monedas, las migas de mis galletas, el control de la tele y mis pantaletas. Vislumbró la puerta entreabierta y la oscuridad húmeda de mi ropero. Lo vi caminando sobre mis zapatos. De pronto un estallido ensordeció sus oídos.. Era el despertador. Asus

Informante

Sigilosa se escabulle Calladita te recorre No respira, se encoje Se llena del aire de tu boca Se delata cual suspiro Se esconde entre tu ropa Te mira dormir Te imagina soñar Te contempla agachadita Así me reporta sin desliz La caricia que te envío Y que te pica en la nariz

Conspiración ombliga

El ojo de tu vientre me mira. Esa pupila torcida de tu piel no deja de escrutarme, quiere conjurar mi conquista, la expedición de mis manos en tu cuerpo. Y me mira sin parpadear y no puedo sino enfrentarle y ofrecerle también mi ojo el que tampoco sabe pestañear.