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Mostrando las entradas de marzo, 2010

Lamentos de invierno

Tengo semanas –no exagero– de no poder sentir ningún olor, ningún sabor, nada. No puedo disfrutar ni lo que como, cocino por cocinar y sazono por intuición. Lo que hago es pasarme las horas limpiándome los mocos que han hecho de mi nariz una triste e inútil cueva embadurnada, pero tampoco salen, ¡no salen!, ¡no salen! Me la paso comprando pañuelitos desechables y para evitar el aburrimiento por repetición, los compro en cajitas de diversos colores, con diseños, con aromas, sin olores, infantiles, triple hoja, irrompibles. Por las noches me echo gotas y me destapo las fosas y entonces respiro, es un alivio por algunas horas. Despierto otra vez con el estreñimiento nasal y como no quiero hacerme adicta al gotero, me paso el día soportando valientemente el bloqueo nasal. La voz me sale gangosa o ronca, de fondo. La siento atrapada entre oreja y oreja, gutural. Los ataques de tos me dan –por su puesto– sólo en lugares públicos y bien concurridos. Ya ni vergüenza me dan. Me paso el