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Mostrando las entradas de julio, 2010

Carmen Helena

En algún lugar de Caracas cuyo nombre no conozco nació hace ya casi cien años Mamá Carmen, y ese mismo día nacieron también mis hijos, los bisnietos, o por lo menos una mitad de ellos, pues en algún lugar de mi pequeño Oruro hace ya casi cien años, nació la Abuela Helena y con ella la otra mitad de mis vástagos, los bisnietos. El misterio de la vida y el de la muerte sin embargo, no permitió que los bisnietos conocieran en persona a sus bisabuelas. Estando en lugares tan bellos y tan distantes, las bisabuelas tampoco llegaron a conocerse en persona, aquí en la Tierra. Me las imagino en el Paraíso, conversando, cantando, cocinando exquisiteces, compartiendo recetas y los secretos culinarios de las hallacas, las humintas, el pan de jamón, la lagua de choclo, las caraotas, el ají de fideo. Estarán –quizás– mirando a través de las nubes, apoyadas en la luna con los ojos dirigidos a sus raíces: las pupilas claras de Mamá Carmen y las oscuras de la Abuela Helena, estarán sonriendo, bendicie

Autorretrato con Frida

A Frida le dio la gana de nacer tres años después de la fecha en la que su madre la parió. No era el ánimo superfluo y banal de las mozas que le añaden destiempo a su vida y al inexorable paso de los días en su piel. A Frida le movía el vendaval  revolucionario de principios del siglo XX, el halo sangriento y señero -a penas romántico- de las luchas liberadoras y de reivindicación patriótica nacionalista de 1910 en contra del “ Porfiriato” , el régimen dictatorial que el General Porfirio Díaz iniciara en México en el año 1876. Hasta el último de sus días y desde el primero en el que tuvo conciencia de la Revolución Mexicana de 1910, Frida decidió que su nacimiento tuvo lugar en el año de 1910, el 6 de julio de 1910; así se hizo hija adoptiva de la recién nacida madre revolución y mamó de ella las mieles de la rebeldía y la liberación que, en su caso, la acompañaron en cada pincelada que la muerte le permitió deslizar sobre el pálido lienzo de sus dolores, de sus horrorosos sufrimien