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Mostrando las entradas de 2010

Ocurrencias

I Se me ocurre que puedo amarte que te amo quizás, que hoy te amo y te amé ayer que te amé en otra vida en la dimensión del silencio y la caricia Se me ocurre que la vida es corta para tanto desengaño, que podría olvidarte y comenzar cada instante una historia, una nueva historia, una buena historia… amar al que me ceda camino olvidar al que me recuerda y sin embargo no camina II Ya no me llenan los besos de tu boca, ya no el paseo dulce de tu lengua por mis labios, ya no la frescura de tu aliento sobre mi rostro… todavía espero la palabra, una sola, un sentido que me demuestre que aún vives, que piensas que me amas y me sientes, que me reflexionas y cuestionas y que no sólo me deseas Ya no me alimentan tus caricias, el roce salvaje de tus dedos en mi pecho, ya no la lectura silenciosa de tus uñas entre mis piernas… Es la hora de la espera, y espero el abrazo que me proteja, que me dé compañía en el tiempo de mi soledad la mano que antes amante, me dé calor III He descubier

Der verdammte Dilettant

Bild: Robert Cárdenas Dienstag. Herbst. „Der perfekte Tag zum Sterben“, dachte der Helmut. Keine Blumen, keine Kerzen, gar nichts auf den Tischen. Keine Bilder und vor allem, keine Bücher… nichts dass die Aufmerksamkeit ablenken könnte. Nur er, die Zeit und die Geduld. So hat er angefangen zu warten, einfach abzuwarten. Er entdeckte immer wieder die neuen alten Erinnerungen in seinem Kopf, in seinem Herzen. Es waren tolle Zeiten, schöne Erlebnisse. Er erinnerte sich an seine geliebte und verstorbene Emma, an sein kinderloses und trotzdem glückliches Leben… zusammen mit ihr. Er vermisste den gemeinsamen Garten, die Rosen, die Hingabe. Es wurde schon Zeit, seine geliebte und verstorbene Emma wieder zu treffen, dort, im Jenseits. Das Hier-und-jetzt wollte er nicht mehr, es war ihm zu langweilig und farblos.  18 Uhr. Der Helmut fragte sich: „Wann kommt er denn endlich?“. 19 Uhr. Der ausländische Pfleger kam zum Helmut. Er umarmte den Helmut ganz zärtlich. „Mann, dein Nachbar ist weg!

Ese lugar, llámese Macondo, la Tierra Media, El Idilio o Copiapó...

Me gustan los libros que me atrapan en un lugar sin salida. En un lugar al que no se puede llegar o del que no se puede salir sin tener que cruzar un río, escarpar un monte o hacer un largo viaje. Ese lugar, llámese Macondo, la Tierra Media, El Idilio o Copiapó está descrito en la novela del chileno Luis Sepúlveda (Ovalle, 1949), Un viejo que leía novelas de amor. He leído la segunda edición de 2009 de la novela que el autor publicó en 1989 y que se convirtió en su obra más vendida. Se trata de un texto corto, un libro con rasgos autobiográficos y ecológicos. Me gusta Antonio José Bolívar, el protagonista, el viejo que leía las novelas de amor. Lo conservo como la perfecta imagen de una salvaje dulzura; de una soledad verde y húmeda (¿será un cronopio?); de una íntima sabiduría indígena... prestada de los indios shuar, habitantes de la región amazónica en la que se desarrolla la trama. Un hombre con el que me habría encantado conversar, de atreverme claro está. Me conmueve la fotograf

El velorio

http://zonaliteratura.com.ar/?page_id=895 Comenzaron a llegar. La puerta entreabierta y el pasillo angosto se llenaron de murmullos, de suspiros y risitas apagadas. Las viejas con tacones, negras de la cabeza a los pies rezaban avemarías y padrenuestros sin agotar la saliva. El silencio se incomodaba ante la letanía.           Dios te salve María,           llena eres de gracia… Los cirios y las flores se disputaban el ya pesado aire que flotaba en aquella pieza. Los claveles en especial, yacían tibios entre la humareda de las velas que esparcía el olor de los inciensos. Las moscas revoloteaban sobre el ataúd como buitres carniceros; posaban su estiércol sobre la oscura madera y emprendían vuelo hasta el cristal de la cabecera, debajo de aquél la cara del muerto parecía protegida. Entraban y salían las primas y sobrinas, todas de luto como hormigas; entraban y salían las tazas del café y los caramelos de anís. La viuda cogió un tabaco, acercó una de las velas a su rostro y lo encendió

En el nombre del Cerdo… un final inmerecido

Encontré el libro en una de las pocas librerías de Karlsruhe –si no la única– que ofrece literatura en español. El nombre y la portada me llamaron la atención: En el nombre del Cerdo del español-catalán Pablo Tusset. Era la primera vez que leía el nombre de ese autor. Invadida por la curiosidad me decidí por la primera página de la obra antes que por la sinopsis de la contratapa. Las primeras líneas me arrancaron una corta carcajada y fue suficiente para erogar los casi 10 euros que me costó. Tampoco fue difícil obviar el precinto amarillo chillón que rodeaba el libro anunciando que se trataba de la segunda edición y 100 mil ejemplares vendidos, me pregunté entonces si se trataría de un best seller, me queda la duda todavía (¿?). La estructura del libro está inspirada en la obra pictórica del artista español conocido como El Bosco: El jardín de las delicias , es así que los capítulos de la novela reciben el nombre de En el infierno, para referirse al aciago pueblo en el que se acaba

Carmen Helena

En algún lugar de Caracas cuyo nombre no conozco nació hace ya casi cien años Mamá Carmen, y ese mismo día nacieron también mis hijos, los bisnietos, o por lo menos una mitad de ellos, pues en algún lugar de mi pequeño Oruro hace ya casi cien años, nació la Abuela Helena y con ella la otra mitad de mis vástagos, los bisnietos. El misterio de la vida y el de la muerte sin embargo, no permitió que los bisnietos conocieran en persona a sus bisabuelas. Estando en lugares tan bellos y tan distantes, las bisabuelas tampoco llegaron a conocerse en persona, aquí en la Tierra. Me las imagino en el Paraíso, conversando, cantando, cocinando exquisiteces, compartiendo recetas y los secretos culinarios de las hallacas, las humintas, el pan de jamón, la lagua de choclo, las caraotas, el ají de fideo. Estarán –quizás– mirando a través de las nubes, apoyadas en la luna con los ojos dirigidos a sus raíces: las pupilas claras de Mamá Carmen y las oscuras de la Abuela Helena, estarán sonriendo, bendicie

Autorretrato con Frida

A Frida le dio la gana de nacer tres años después de la fecha en la que su madre la parió. No era el ánimo superfluo y banal de las mozas que le añaden destiempo a su vida y al inexorable paso de los días en su piel. A Frida le movía el vendaval  revolucionario de principios del siglo XX, el halo sangriento y señero -a penas romántico- de las luchas liberadoras y de reivindicación patriótica nacionalista de 1910 en contra del “ Porfiriato” , el régimen dictatorial que el General Porfirio Díaz iniciara en México en el año 1876. Hasta el último de sus días y desde el primero en el que tuvo conciencia de la Revolución Mexicana de 1910, Frida decidió que su nacimiento tuvo lugar en el año de 1910, el 6 de julio de 1910; así se hizo hija adoptiva de la recién nacida madre revolución y mamó de ella las mieles de la rebeldía y la liberación que, en su caso, la acompañaron en cada pincelada que la muerte le permitió deslizar sobre el pálido lienzo de sus dolores, de sus horrorosos sufrimien

Ensayo breve sobre la Historia

¿Qué sería lo primero que pensaría si me invitaran a hablar de Historia? Que me sabe a pudín de menta y chocolate, porque la menta me abre las vías respiratorias hasta el mismísimo cielo y el chocolate me envicia sin control alguno. ¡Ay, suspiro! La Historia me seduce, me amedrenta, me enamora, me maltrata… y no tengo más remedio que reconocer el poderío de su existencia. La historia de los últimos nueve años de mi país la he tenido que vivir de bien lejos, devorando noticias que aparecen a borbotones en la Web, llamando por teléfono a mi madre para corroborar datos, verificar fechas, almacenar hechos. Eso de que ojos que no ven, corazón que no siente es una pamplina mayúscula cuando se trata de historia. No puedo sino concederle a mis compatriotas que están en la Patria, la ventaja de la ubicuidad: ell@s están allá, yo estoy aquí, pero soy tan boliviana como ell@s y desde donde estoy lo proclamo. Me niego a resumir la historia de mi país en un par de líneas, sería impuro; pero me

Ensayo breve sobre la tristeza

Cuando luchamos para que las pequeñas y las grandes tristezas que nos acechan no se conviertan en un presente constante que nos nubla la mirada y nos achica el corazón, recurrimos usualmente a las lágrimas que no son otra cosa que tristezas en estado líquido que se expulsan por lo ojos. En otros casos nos construimos en el alma un cuartito secreto repleto de tristezas y al que acudimos a veces voluntariamente para sentirnos un poco solos y un poco vivos, porque las tristezas son manojos de sentimientos que en cierto momento nos permitieron hacernos un poco más humanos, un poco más sensibles y un poco más miedosos. Una tristeza no nos hace valientes, una tristeza nos insinúa con diplomacia lo débiles que podemos llegar a ser, lo vulnerable que se presenta nuestro corazón ante un hecho doloroso e irremediable como la muerte, lo implacable que es la realidad y lo desastrosos que pueden verse sus encantos cuando no llevamos puestos los cristales de la mentira. Cuando pienso en mis

El viaje

Viernes 12 de febrero de 2010 La última nevada del invierno ha caído hoy sobre las grises calles de Karlsruhe… sigue cayendo. Desde el fondo de mi corazón deseo que de verdad sea la última, porque a pesar de que mis hijos han disfrutado de la nieve con sus juegos y sus dulces ocurrencias, nos hace falta ver y sentir los rayos del sol. Desde que llegamos no hemos visto el color del cielo, no sabemos si por encima de la opaca cobija que lo cubre, el azul infinito que nos llenó las pupilas día a día en nuestros Sures se expande también en Europa. Del maravilloso viaje que concluimos hace exactamente una semana nos quedan todavía vivos recuerdos, sobre todo impresiones, sensaciones, sentimientos. Han sido dos meses inolvidables e intensos. Hemos recorrido pedacitos de dos países inmensamente bellos y añorados, hemos recogido de cada encuentro y reencuentro con las personas que queremos y extrañamos un puñado de cariños y afectos que nos hacen falta en la frialdad del primer mundo, este cap

En procura de recuperar mi puño y letra de los 90: De reflexión a reflexión

De aquí me sale, del mismísimo corazón, éste que tan maltrecho se me hace en ocasiones diversas y de locura extrema, de ceguera difícil y parpadeo candente. Me declaro dispuesta a amar, me declaro en armas frente a la vida y de pie en medio de mi circunstancia. Me supongo amada, pero no por el amor que se traza entre los hombres y por sobre ellos, me suponga amada por la vida, seducida por su energía oculta, mágica verdad. Ya hice promesas de última lágrima mundana, del llanto que se hace vacío, sin recorrido ni recurrente, ahora milito con el llanto de la existencia, pero de aquel que se hace de entrega, de reporte silencioso en camino de presente, de aquel que no teme amar, que no se limita, que es libre y sin embargo mío, sólo mío. La espera es un sendero sin atajo y por ello difícil; la búsqueda sin embargo, es el camino que circula, el que te marca la llaga y la huella, el que retrocede y te llama, y te enciende y te apaga. El manto que te cubre por debajo, las plantas d