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Diario de la nueva normalidad - Superando pantallas

  



Viernes, 20 de noviembre de 2020 

Cuando mis excolegas del Colegio Alemán en Bolivia me contaron en marzo de este año que las clases en el Kindergarten iban a hacerse por videoconferencia, discutí. Aun sin saber en ese momento las tremendas dimensiones de lo que se nos venía encima con la pandemia, lo primero que hice fue dudar de la posibilidad de una educación virtual con niños tan pequeños. Por supuesto que estaba equivocada. Me preguntaba cómo harían las educadoras del Kinder con 4añeros que apenas comenzaban a entablar una relación con el sistema educativo formal, además de tratarse de una educación inmersiva en idioma alemán. En ese momento me parecía un trabajo titánico. En esto no me equivoqué.

Tanto en Bolivia como en Alemania y en el resto del planeta, las escuelas públicas y privadas, guarderías, kindergartens y todo centro de formación y educación cerraron sus puertas. ¡Qué digo! El mundo enteró se clausuró. Vivimos la ciencia ficción hecha realidad.

El famoso homeschooling también tocó la puerta de mi casa y como ya les conté en otros textos de este mi diario de la nueva normalidad, tuvimos que adaptarnos tanto física como mentalmente para acoger al colegio en casa y entregarle así un poco de nuestra intimidad. A través de las videoconferencias, tanto los profes como los alumnos pueden ver un pedacito de las casas de los otros, así solo se trate de la pared detrás de la pantalla, esta irrupción en el espacio ajeno también requirió de adaptaciones en las que jamás pensamos.

Con el pasar de los meses, mis excolegas y amigas continuaban contándome sus experiencias con las videoconferencias y las clases virtuales. También hice mi propia experiencia mientras trabajé en la universidad técnica de Karlsruhe dando clases de alemán como lengua extranjera a estudiantes también extranjeros. Allí también me enfrenté con las clases virtuales, pero solo una vez a la semana y con alumnos adultos a los que no podía obligar a tener la cámara encendida durante toda la hora y a los que podía mantener medianamente activos con presentaciones de power point de principio a fin. Terminaba cada sesión agotada y sin ganas de hacer nada más.  

Un día, una de las educadoras del Kinder y amiga mía, me preguntó si sería posible hacer una visita virtual a una estación de bomberos en Alemania para poder transmitirla en directo a sus alumnitos en el Kinder. Me puse manos a la obra. La visita nos salió tan bien que a la semana siguiente la repetimos con otro grupo de pequeños. Valga nuevamente el agradecimiento a los bomberos voluntarios de Pfinztal por su tiempo y la dedicación con la que organizaron estas visitas.

Un par de semanas más tarde, concretamos otra transmisión, esta vez desde una pequeña granja en Berghausen. A través de la videoconferencia, los chicos en La Paz pudieron ver ovejas y gallinas alemanas. ¡Quién lo hubiese pensado! Así, de esta y miles formas más, las educadoras y profesoras del colegio se las ingeniaron para hacer que la experiencia del homeschooling fuera entretenida y a la vez educativa.

Por esas cosas de la vida que siempre le atribuyo a Papá Dios, en octubre se abrió la posibilidad de dar un reemplazo virtual en el Kindergarten. Además de la enorme alegría que significaba para mí volver a mi querido colegio como maestra, estaba el desafío de superar la distancia y la pantalla para llegar a los niños con nuestras enseñanzas. Fueron dos meses intensos, debido a la diferencia horaria, también se trató de noches largas. Junto con la colega con la que compartí el aula virtual, planeamos clases y pensamos en actividades diferenciadas para los chiquis. Como en las clases presenciales, nunca una hora fue igual a la otra y siempre se podían mejorar las actividades.

Hoy impartimos la última clase y estoy más que feliz por todo lo que pude aprender y compartir. No es lo mismo trabajar con niños de prekínder que con los de primaria. Nunca será lo mismo hacerlo a través de la pantalla que en el aula. Y una vez más confirmo que el triángulo perfecto de la educación es el que está conformado por el alumno, sus padres y sus maestros. Una vez más me levanto para aplaudir de pie a mis excolegas, amigos y amigas de mi querido colegio, porque ellos y sus alumnos se bancaron como campeones, con entereza y entrega esta nueva forma de enseñanza-aprendizaje a lo largo de ¡todo el año! Dios bendiga su oficio y su labor.


Ana Rosa

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