El reloj estaba a punto de marcar las tres. Fabricio tenía clavadas sus pupilas en la puerta del salón. Cada segundo le parecía eterno y cada palabra que pronunciaba el maestro le sabía a pachotada. Aprisionado bajo sus manos, su cuaderno de hojas cuadriculadas y forro azul le parecía un pedazo de metal hirviente que le calcinaba. Era el único que cargaba y que abría solamente cuando estaba a solas.
Ni
bien terminó la clase, Fabricio salió disparado. Con su libreta bajo el brazo,
no paró hasta llegar a la biblioteca universitaria. Allí, en el rincón de los
clásicos de la literatura universal, se sentó a la mesa, tomó su cuaderno y
sacó de sus entrañas un lapicero negro que estaba unido a la tapa con una
cuerda que alguna vez fue blanca. En los bordes de las hojas estaban pegadas
pestañas adhesivas de diferentes colores y con todas las letras del abecedario
escritas. Revisó las primeras páginas leyendo a la rápida el registro de sus
rencores.
A
-
Alicia, la secretaría del director de la facultad de filosofía. La perra me
trata mal, merece que la escupa.
-
Artemio, el repartidor de diarios de la cuadra. El imbécil me deja siempre el
periódico arrugado, merece que lo patee.
C
-
Carlos. Te odio.
-
Cecilia. Algún día se te acabará la dicha. ¡Zorra! Ya necesitas un escarmiento.
D
-
Dorotea, la protuberante peluquera del barrio me mira con asco, siempre está
ocupada, nunca me corta el cabello como quiero. Merece un corte...
H
-
Heriberto, el gordo asqueroso de la pensión. Da náuseas.
—Oye,
chico del cuaderno azulado.
Fabricio
levantó la vista. Laura estaba frente a él. Cerró el cuaderno y lo estrujó
contra su pecho.
—Mi
nombre es Fabricio —le dijo pronunciando cada palabra como un golpe de
martillo.
—Eso,
Fabricio —Laura sonrió y continuó —Mira, olvidaste tu chamarra. Te la traje,
porque me imaginé que estarías aquí.
Dejó
la prenda sobre la mesa y se marchó dejando su brisa de madreselvas y la huella
curvilínea del contoneo de sus caderas.
Fabricio
dejó de apretar los dientes. Volvió a su cuaderno y buscó desesperado la letra
«F».
---
Consigna: Malen Denis, escritora argentina, nos invita a presentar un personaje desde los objetos que lleva consigo. ¿Qué dicen estos objetos sobre el personaje? ¿Qué decisiones tomamos cuando construimos un personaje en un momento específico?
Comentarios
Publicar un comentario