¡Demonios! Mi pata tercera amaneció hinchada. Pero aún tengo siete y la hinchazón no me impedirá terminar el trabajo. ¡Pero qué mala pata la mía! ¿Será porque hoy está nublado o me habré levantado con todas las izquierdas esta mañana?
Desde este hueco, mi hueco, contemplo mi obra. Me parece que el centro no está bien tejido y eso que me pasé noche y día revisando las uniones entre hilo e hilo, entre nudo y nudo. ¿Me estará fallando algo por dentro? Difícil de creer, fui siempre la primera en la clase de tejido.
De prisa me acerco hasta el lugar del enredo mal enredado. No olvido la elegancia ni el porte al caminar, así me lo enseñó mi madre, pero claro, estando un poco coja, el glamour se va por el caño. Suspendido mi redondo vientre no toca el piso y así me cuesta aún más mantener en alto mi diminuta cabeza, es tan ridícula.
El camino está colmado de cadáveres. Una mosca se queja todavía allá, a la derecha… rrrrrrrrrrrr, rrrrrrrrrrrrr, rrrrrrrrrrr… atrapada en el lugar exacto. Me aproximo para besarla, justo entre los ojos, tiene millones, la duermo para siempre y cómo sufre la desdichada. Antes de continuar me devoro un ala, con mis patas delanteras le retiro a la moribunda aquella membrana transparente y me la engullo. Está picante y llena de excremento, pero no puedo quejarme, es la primera que pillo viva en semanas y los alimentos frescos son siempre más saludables.
¡Ay! Hace tiempo que no me como una polilla, extraño su sabor a tierra, es todo un manjar, especialmente si no viene borracha de naftalina. Se deshace en mi boca como un trozo de chocolate. Pero debo aceptarlo, yo soy tan solo una pobre araña… una araña pobre.
Y allí está otra vez ese gigante de pantalón corto y bigotes de leche. Por alguna razón que desconozco le temo y mucho. Se está acercando y ya demasiado para mi gusto. Me empuja con ese horrendo palo, con esa sonrisa malévola en los labios y diciendo algo que definitivamente no logro comprender. ¡Qué fastidio!
–¡Oye! ¡Esa cosa está caliente y no tengo adónde ir! ¡Maldición ser tan peluda, me quemo! Chihí, chihí, chihí… me quemo.
Esto está definitivamente interesante. Pero todo es la ley de la selva, todo es un ciclo y al final mueres con el hierro con el que mataste.
ResponderBorrar¡Besitos!
Hola Hanabi:
ResponderBorrarGracias por visitarme y por el comentario y por el punto de vista. Lo desempolvé de un antiguo taller de expresión literaria y lo aliñé un poco también.
Saludos,
Ana Rosa
Pues sí, la vida es así... el pez grande se come al chico!
ResponderBorrarMe ha gustado la opción que le has dado ala arañita de poder hablar y expresar sus sentimientos...
Un besote!
;)
Sí, verdad? Es todo un ejercicio este de imaginarse lo que no se puede escuchar.
ResponderBorrarSaludos,
Ana Rosa