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Microintentos

Hatí, Chile 2010
Aquí vinimos a descansar, a escondernos de la culpa, de la vergüenza de la infidelidad. Y el descanso se tornó tragedia, porque ni bien me asomé a tus labios, la tierra comenzó a temblar y mis manos se desprendieron de mis brazos y tus labios se cayeron de tu boca. ¡Qué poco me faltó para besarte! Para atrapar tu lengua con mis dientes, para derramarte de sueños en mi cama. Pero la tierra comenzó a temblar… de mis ojos saltaron como canicas agitadas mis pupilas y tu garganta disparó un suspiro que pegándome en la frente me anunciaba el final.

Domingos
- Por cierto, ¿hoy es domingo?
- No, los domingos se terminaron ayer.

Divino martes
–Entonces es martes, seguro, por lógica. Dijo Dios con su divina e irrebatible lógica y su solitario y todopoderoso monólogo universal de la creación. Y así creó Dios el lunes y por lógica, el martes. Y Dios vio que el martes era bueno, pero Satán ardiendo de cólera, escupió su azufrosa ponzoña y lo maldijo…
–Entonces en martes “ni te cases ni te embarques ni de tu casa te apartes”. Y el divino pecado se cometió en un martes. Y Caín mató a Abel en un martes. Y el fin del mundo –por lógica– será el próximo martes.

Tic tac
Ese tic tac que escuchamos hace rato. Es el pervertido eco de la violación impune de mi última hora.

Fórmula
Prisionero de su esfera, de la curva infinita de su sexo, de la ecuación imposible de su silencio. ¿Dónde está el error?, se preguntaba con desespero y lloraba cilíndrico y frustrado. Cuando las fuerzas se le iban, se dividía de dolor, se restaba de angustia. Hasta la cumbre invertida de su raíz cuadrada llegó y desde allí, sin solución alguna, se lanzó.

Agua I
El agua con la que te vestías ya no está más. Cada gota se ha evaporado llevándose consigo un pedacito tuyo que amarrado al mío busca morada en la infinita escena celestial. Mas un día lloverás mojando otros labios y yo arderé en la furia de mis celos y sin extinguidor.

Agua II
Lamento de invierno. Me paso el día hirviendo agua, ya sea para la bolsa o para la taza. La de la bolsa me calienta los pies, las rodillas y las manos, la de la taza se convierte en té, litros de té y así llevo días bebiendo sin pausa.

Agua III
Me marché porque no le daba la gana de pagar la cuenta del agua ni de la luz ni de mi psicoterapia.

Agua IV
-¡Estás empapado, travieso! ¿Dónde andabas?
-He lavado todos mis autitos, mamá, con agua y detergente. Pero no encuentro la plancha, que algunos han quedado de verdad muy arrugados.

Agua V
El chorrito de agua cayó bendito mojando la tierna piel de su frente y el llanto se disparó desesperado aturdiendo al cura y todos los santos, a mi niño no le importaba estar siendo bautizado.

Agua VI
Era mi primera lectura de testamento. Los deudos me miraban cual aves de rapiña ante la carroña. Quise tomar un trago de agua antes de empezar y empujé el vaso, el líquido se derramó sobre el manuscrito y la herencia se diluyó en una oscura e ilegible mancha negra.

Antiretrato
La mujer de la foto sonreía y no se parecía ya en nada a la anciana opaca que ausente atisbaba la vida desde su mecedora. Un antiretrato.

Aquí es el más allá
Aquí vinimos a descansar. A descansar en paz. Aquí llegamos sin absurdos empaques, sin maquillajes, sin disfraces. Aquí ni se pudren nuestras vísceras ni nos pudren las envidias, los rencores, las mentiras, los desamores. Aquí no guardamos los secretos de nadie, no tenemos cargos de conciencia ni destinos ni horóscopos. Aquí somos libres de imprudencias, de desgastes, de los benditos impuestos. ¡Ah, mi querido espíritu! Aquí somos una única transparencia, una soledad sin angustia, una lágrima sin llorar. Aquí la espera es dulcemente eterna e inagotable. Ningún minuto se repite, ninguna hora se termina. Aquí vinimos a descansar… en paz.

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