En Oruro, mi ciudad natal, no caía nieve con frecuencia. Por eso, cada vez que sucedía, era un acontecimiento especial y único. Tengo recuerdos entrañables de la plaza principal llena de jóvenes y niños jugando con bolas de nieve y de gente mayor disfrutando de un paisaje que muy pocas veces se veía. Era todo diversión y risas. Los tejados blancos y los árboles envejecidos duraban apenas lo que un día. Solo el frío se quedaba, fiel centinela de la tierra orureña. ❄️ En casa, una vez, mamá dejó caer la nieve en un recipiente y luego le puso leche condensada: el mejor helado de la vida. Así lo hacía también mi abuela con ella y todos sus hermanos cuando era chica. ❄️ La nevada que jamás olvidaré fue la que experimenté hace 24 años en el Salar de Uyuni, justo cuando pasábamos por el árbol de piedra. La blancura perpetua del salar se vio de pronto eclipsada por la de la nieve. No podía verse el suelo y los copos que caían del cielo parecían una lluvia de plu...
Definir LITERATURA se me hace difícil y sin embargo me arriesgo a ESCRIBIR y así me someto a la crítica y a la lectura. La letra late.