
La ciudad comparece,
no porque estés ausente,
sino porque te robas los escondites que nadie
encuentra.
Son tus rehenes todas las horas que no te he
visto,
me has secuestrado la calma,
la parsimoniosa tarea de observar las calles
sin mayor interés científico
Ahora cada vistazo escudriña a fondo las
veredas,
las columnas poderosas que sostienen los
edificios que le dan sombra a la ciudad
Viendo y reviendo
descubro en las pupilas ajenas
las miradas que un día creí tuyas
¿En qué momento se hizo tan descomunal esta
ciudad
y tan insignificante mi presencia?
bonito poema, es dificil encontrar al que se esconde tan bien.
ResponderBorrarsalu2
Gracias por pasearte por aquí y dejar tu huella, Lia :)
ResponderBorrarUn abrazo,
Ana Rosa