Sol de julio, frío de invierno. Se despereza La Paz que nunca duerme, la ciudad viviente… Fluye el Choqueyapu a lo largo de tus entrañas de cemento, esa tu escondida aorta vital que tanto te da vida como te contamina y de a poquito te mata. Te vigila milenario y celoso el Illimani desde su blanca soledad. A 200 años + 2 de tu revolución... te festejan y te honran, cuando la paradoja de tu nombre es revolución misma y el contraste de tu esencia, la magia citadina de tus días y de tus noches. Sol de julio, frío de invierno. Los borrachitos de la Perez amanecen arropados de chaqui , perfumados de tufo y de vómito… congelados. Las caseritas del Lanza preparan las ollas, el calor de los caldos, las llauchas , el plato paceño, la infaltable llajua . Las marraquetas doradas madrugan en las tienditas de barrio con su olor a caliente y su crujiente coraza. Los voceadores de minibús comienzan su co tidiana letanía de nombrarte, La Paz; de armarte y desarmarte, rompecabezas ...